En un momento determinante de la campaña para la elección presidencial, que se realizará el 5 de noviembre en Estados Unidos; ad portas de la nominación republicana y en medio de las críticas sobre la senilidad del presidente Joe Biden, Donald Trump sobrevivió a un intento de asesinato público. Analistas consultados por France 24 coinciden en que el atentado al expresidente puso al republicano en el centro del interés mediático, esta vez como sobreviviente de la violencia política y no como un instigador del caos.

No es la primera vez que una campaña presidencial en Estados Unidos es impactada por el intento de asesinato de uno de los aspirantes a la Casa Blanca.

Robert Kennedy, que buscaba la nominación presidencial del partido Demócrata en 1968 fue asesinado en un tiroteo en el Hotel Ambassador de Los Ángeles, California.

Este magnicidio, que se produjo después del asesinato del pionero de los derechos civiles en Estados Unidos Martin Luther King Jr., llevó a un mayor apoyo para la legislación de control de armas, que culminó con la Ley de Control de Armas de ese mismo año, la cual impuso restricciones más estrictas sobre la venta y posesión de armas de fuego, pero también alteró la dinámica de las elecciones en las que el candidato demócrata, Hubert Humphrey, perdió frente al republicano Richard Nixon.

Esa violencia política se ha extendido también a mandatarios en ejercicio. Cuatro presidentes estadounidenses fueron asesinados durante sus mandatos: Abraham Lincoln (1865), James Garfield (1881), William McKinley (1901) y John F. Kennedy (1963).

Esta breve revisión del pasado de violento en la política de Estados Unidos nos lleva a resolver tres preguntas base para entender las consecuencias del reciente atentado al que sobrevivió Donald Trump.

¿Qué repercusión tiene el intento de magnicidio contra Donald Trump en el electorado?

El atacante que intentó asesinar al expresidente Donald Trump cumple con las características en su perfil de una larga lista de lobos solitarios o casos aislados, de acuerdo con los analistas consultados por France 24 y por la agencia de noticias Reuters. Sobre todo porque, hasta el momento, la investigación de lo ocurrido el sábado 13 de julio, que sigue en curso, han revelado que Thomas Matthew Crooks, sospechoso del intento de asesinato, actuó solo.

No obstante, en el contexto de agitación social y polarización que vive actualmente Estados Unidos, actos violentos como el ocurrido contra Trump alimentan teorías conspirativas de la base electoral radical del exmandatario.

Según el experto Cristian Rojas, jefe del departamento de Ciencias políticas y director del programa de la misma área de la Universidad de la Sabana:

Esto claramente alimenta las teorías, según las cuales hay gente muy poderosa que odia a Trump y que controla a Estados Unidos, cuando en realidad puede tratarse de una persona desequilibrada que quiso pasar a la historia, como ha ocurrido con otros tiradores

James Oliphant y Gram Slattery, otros analistas consultados por Reuters, coinciden en que el ataque en Pensilvania enfureció aún más a cierto electorado de Trump. Asimismo, reforzó la imagen positiva del republicano al figurar como un héroe gracias a su actitud combativa en el momento de los hechos: con la oreja ensangrentada y el puño en alto, aparentemente articulando las palabras «¡Lucha! ¡Lucha! ¡Lucha!».

Esas imágenes contundentes de Donald Trump herido podrían generar empatía también en los votantes independientes e indecisos —según los expertos consultados— en un estado clave en las elecciones como lo es Pensilvania

¿De qué manera Biden se puede ver afectado luego de este atentado y cambia de alguna manera el panorama político previo a las elecciones?

El incoherente desenvolvimiento del presidente Joe Biden en el debate presidencial de junio, sumado a la victimización de Donald Trump tras el atentado del sábado, marcan un punto de no retorno en la carrera presidencial.

El experto Cristian Rojas dice que “es el peor momento posible para Joe Biden y es muy difícil que se recupere de aquí al 5 de noviembre” y que el equipo del presidente está buscando una nueva estrategia, incluida la decisión de suspender por ahora los ataques contra el expresidente Trump.

Horas después del tiroteo, la campaña de Biden retiró anuncios de televisión y suspendió otras comunicaciones políticas, que habían destacado la condena de Trump en mayo en un tribunal de Nueva York por delitos graves relacionados con el dinero pagado a una estrella porno para evitar un escándalo sexual antes de las elecciones estadounidenses de 2016.

En lugar de atacar a Trump en los próximos días, la Casa Blanca y la campaña de Biden se basarán en condenar todo tipo de violencia política, más que todo para evitar que Biden sea mencionado como un instigador de este atentado, argumento que ya está siendo usado por sus rivales. El senador estadounidense JD Vance de Ohio, uno de los principales candidatos a ser compañero de fórmula de Trump, tras el ataque del sábado, dijo:

Lo de hoy no es un incidente aislado. La premisa central de la campaña de Biden es que el presidente Donald Trump es un fascista autoritario al que hay que detener a toda costa. Esa retórica condujo directamente al intento de asesinato del presidente Trump

Un discurso que coincide con el del Gobierno ruso, principal oponente de Biden en el extranjero, que acusó a Biden de crear el ambiente para un ataque contra Trump.

El unánime respaldo internacional a Trump, como corresponde después de este hecho repudiable, según Cristian Ríos, también favorece la imagen del republicano. Sin embargo, los analistas coinciden en que las repercusiones y políticas nacionales siempre han tenido más peso en las elecciones estadounidenses que los asuntos externos como el afecto de Rusia con Trump.

Si hiciéramos un comparativo con otros intentos de magnicidio en Estados Unidos ¿qué diferencia este escenario político?

Estados Unidos se enfrenta al mayor y más sostenido aumento de la violencia política desde la década de 1970. De los 14 ataques políticos fatales ocurridos desde que los partidarios de Trump irrumpieron en el Capitolio de Estados Unidos, el 6 de enero de 2021, en los que el autor o sospechoso tenía una clara inclinación partidista, 13 fueron agresores de derecha. Uno era de izquierda.

A pesar de ser un expresidente, Trump ha hecho campaña como un hombre ajeno al sistema, quejándose de ser blanco, desde hace mucho, del «estado profundo» federal y de la administración de Biden que le impide recuperar el poder.

Al hacerlo, ha empleado habitualmente una retórica violenta, degradante, e incluso apocalíptica advirtiendo de un «baño de sangre» si no es elegido.

Reuters

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