El amedrentamiento de los narcotraficantes a las comunidades católicas y a los cultos afrobrasileños de Río de Janeiro ha ido creciendo. El acoso a los católicos, con restricciones a las misas y a la actividad de las iglesias en puntos claves como el ‘Complejo de Israel’, un conjunto de favelas bajo su control, se ha ahondado en vísperas de las elecciones municipales de octubre. ¿A qué se debe este interés en su control?

La periferia de Río de Janeiro vive escenas cotidianas de violencia y terror. Justo a unas semanas de las elecciones municipales en Brasil.

En el último mes, varios autobuses y camiones fueron secuestrados, quemados y utilizados como barricadas para bloquear el acceso a distintas favelas. En una ocasión, fue necesario interrumpir el tráfico en la principal autopista urbana, la Avenida Brasil, y decenas de conductores se vieron obligados a tumbarse en el suelo para protegerse de los intensos tiroteos.

Además, al menos 11 escuelas y algunos centros médicos públicos tuvieron que ser cerrados por razones de seguridad. Los narcos ordenaron el cierre de todas las tiendas en dos barrios y los trenes suburbanos registraron cortes y retrasos. Como colofón, el 18 de agosto cinco personas murieron en un tiroteo entre narcotraficantes en una plaza de un barrio residencial.

Los protagonistas de este conflicto son las principales facciones del narcotráfico de Río de Janeiro –el Comando Vermelho (CV) y el Tercer Comando Puro (TCP)-, las milicias (organizaciones criminales lideradas por expolicías y exmilitares) y las fuerzas de seguridad del Estado. Las razones también son múltiples: retoma de territorios, lucha por el control del narcotráfico, represalias por la muerte de un narco o simple venganza por alianzas traicionadas.

‘Complejo de Israel’, un territorio dominado por un fervoroso evangélico

En este escenario de confrontación armada, hay un territorio disputado por los narcos en el que existe un elemento diferencial. El líder es un evangélico fervoroso que persigue los templos de umbanda y candomblé, las dos principales religiones afrodescendientes de Brasil. Se trata del narcotraficante Álvaro Malaquías Santa Rosa, conocido como Peixão y que controla el llamado ‘Complejo de Israel’, un conjunto de cinco favelas en las que viven cerca de 134.000 personas. 

Estas barriadas fueron invadidas por combatientes del narcotráfico en 2020, durante la pandemia del Covid-19, y desde el inicio la marca de identidad de Peixão fue el cuño religioso.

El lugar fue bautizado como Complexo de Israel en una referencia bíblica a la “tierra prometida” para el “pueblo de Dios”.

La personalidad de este capo está rodeada por un aura de misterio: algunos dicen que es pastor evangélico y que exige a sus cómplices que le llamen Aarón, como el hermano mayor del profeta Moisés. Suele transmitir oraciones vía radio y utilizar este canal para compartir visiones y revelaciones que recibe, según Viviane Costa, autora del libro ‘Traficantes Evangélicos’. 

En las favelas del Complejo de Israel es común encontrar enormes grafitis y pinturas de carácter religioso, con versículos de la Biblia, imágenes de Cristo, la palabra Jesús y la estrella de David. También es frecuente el uso de banderas del Estado de Israel, una característica recurrente en otras favelas dominadas por el TCP.

Peixão fue criado por una madre adepta a la umbanda, pero posteriormente se convirtió a la religión evangélica y, con el paso del tiempo, se radicalizó, llegando a cometer varios actos de intolerancia religiosa. Ha sido acusado de ataques contra templos de raíz afro en varias localidades del suburbio. Muchos fieles de estos cultos han sido expulsados de sus casas y algunos centros religiosos han sido vandalizados. Las palabras ‘Grupo de Jesús’ han aparecido pintadas en las paredes externas, como una advertencia.

“Peixão es un caso emblemático, pero no es un caso aislado. Esta figura de narcotraficantes que hacen cuadros bíblicos, que se tatúan a Cristo en su cuerpo, que financian cultos y espectáculos evangélicos en sus comunidades no es exclusiva del Complejo de Israel. Lo que marca la diferencia en su comportamiento es la creencia de que tiene una misión y su conexión imaginaria como el pueblo elegido de Israel”, afirma a France 24 Christina Vital, profesora de Sociología de la Universidad Federal Fluminense y autora del libro ‘Oración del narcotraficante. Una etnografía’.

En su faceta delincuencial, Peixão es muy temido por sus rivales. Aliado del TCP, la segunda facción de Río de Janeiro, es en la actualidad uno de los criminales más buscados por la Justicia. Tiene más de 10 órdenes de búsqueda y captura por delitos como tráfico de drogas, homicidio y ocultamiento de cadáver.  También es conocido por hacer ‘desaparecer’ a sus enemigos.

Hace dos años, la Policía encontró en su casa una réplica del Arca de la Alianza, donde según el Antiguo Testamento se guardaban las tablas de los Diez Mandamientos; una edición de lujo de la Torá, el libro sagrado de las escrituras religiosas judías, y un cuadro que representaba la ciudad de Jerusalén. 

El poder militar de este narcotraficante preocupa a la Policía. En mayo de 2023, durante un operativo, agentes incautaron armas por un valor de más de 184.000 dólares en una de las favelas del Complejo de Israel. Dos ametralladoras de alto calibre llamaron la atención de los policías por su capacidad de disparar tiros que pueden perforar el blindaje de los vehículos e incluso de derribar aviones. En aquella ocasión, también fueron confiscados 15 fusiles, miles de balas de diversos calibres y 21 granadas. 

Para algunos habitantes, que hablan bajo condición de anonimato, Peixão es un fanático religioso y un loco. Para los estudiosos del crimen, es un hábil estratega.

La amenaza a las iglesias católicas

En julio de este año, un nuevo elemento sorprendió a los residentes del Complejo de Israel, cuando fueron advertidos de que delincuentes armados acudirían a las iglesias católicas de la región para cerrarlas. El recado fue atribuido a Peixão. Aunque la Policía trató esta información como un rumor, tres iglesias suspendieron por precaución todas las misas de forma temporal.

Más de un religioso interpretó este episodio como un nuevo ejemplo de intolerancia religiosa, un crimen que está tipificado en el Código Penal de Brasil.

“Mi percepción es que está apareciendo una religiosidad basada en la teología de dominio. La religión hoy se ha convertido en una manipulación de ideas no solo en Brasil, sino en todo el mundo. Las autoridades y hasta los narcotraficantes piensan que tienen la vocación de Dios y quieren actuar en nombre de un dios, en nombre de la religión, que no es una verdadera religión, sino manipulación», advierte un religioso católico.

«Hoy en Río de Janeiro no es ninguna exageración hablar de fundamentalismo cristiano”, agrega a France 24 este cura católico que trabaja en la periferia de Río y que prefiere no revelar su nombre por razones de seguridad. 

Sin embargo, para quienes estudian desde hace años las facciones y las milicias, la cuestión es aun mucho más compleja.

“La destrucción de símbolos religiosos por parte de grupos que dominan un territorio rival ha sido común en Río de Janeiro, al menos desde la década de 1990. No hay nada nuevo en esta táctica. En estos casos, la religión funciona como un código que impulsa la identidad de los grupos criminales, tal como un código movilizado por líderes políticos de extrema derecha en el pasado y el presente en Brasil. En otras palabras, es menos una religión, que afirma la santidad, la separación del creyente del mundo, y más un medio para afirmar un dominio territorial criminal y armado o político”, explica la socióloga Christina Vital. 

La religión, en este sentido, es tan solo un componente más en un escenario en el que hay muchos intereses en juego.

“La relación del Tercer Comando Puro (TCP) con los evangélicos responde a una estrategia concreta que viene de lejos. En este sentido, Peixão no es simplemente un fanático o un paranoico. Se trata de un proyecto que envuelve a dos grandes actores sociales: por un lado, un grupo armado que detiene el control territorial y que opera con mucho dinero en estas áreas; y por el otro, la estructura de la iglesia evangélica, que rescata a las personas del desempleo, de la pobreza, del hambre, de la separación familiar, de la degradación, de la dependencia química, y las protege de la violencia armada”, apunta el profesor y sociólogo José Cláudio Souza, uno de los mayores expertos sobre milicias de Brasil.

Bajo su visión, esta alianza entre narcos y evangélicos ha sido capitalizada por la extrema derecha y los sectores bolsonaristas (en referencia al expresidente de ultraderecha Jair Bolsonaro), que adoptan el discurso del “bandido bueno es el bandido muerto” de cara a sus simpatizantes.

“Pero es una fachada, porque el interés de fondo es proteger a los grupos milicianos, que a su vez están aliados el TCP en contra el Comando Vermelho. Entonces el bolsonarismo se aproxima al TCP a partir de su vínculo con las milicias y eso llega también a las iglesias. Existe un conjunto de conexiones que no son visibles ni fácilmente detectables, pero que son muy reales”, agrega.

Unas elecciones que marcan el día a día

En este enredado panorama, hay otro elemento a ser considerado: las elecciones municipales que se disputarán en dos vueltas en el mes de octubre.

“La estructura del Complejo de Israel pasa también por una estructura de poder electoral. Estos grupos armados actúan en la esfera política electoral con mucha fuerza. Y el bolsonarismo está realizando un movimiento de ascensión, de recuperación de la última derrota [en 2022]”, señala Souza. Para este sociólogo, el mundo católico puede presentar “disonancias con este universo conservador, moralista, fundamentalista”. 

En esta óptica, la restricción a las misas y a la actividad de las iglesias católicas en el Complejo de Israel puede tener relación con la necesidad de controlar posibles disidencias dentro de este espacio religioso, donde el TCP ha estado funcionando durante mucho tiempo.

 “En otras palabras, dentro del universo religioso intentan controlar a los que podrían amenazar la disputa por el control territorial, y el control del voto en estas regiones, es decir, a los curas católicos con ideas de izquierda que actúan de forma independiente. Se están fraguando nuevos acuerdos sobre control territorial, de votos y de dinero. Hay mucho dinero sobre la mesa. Quieren expandir el control al mundo católico para poner límites y limitar sus acciones”, concluye este profesor. 

En las elecciones locales de 2020, cerca de 30 candidatos fueron asesinados durante la campaña. Cuatro años después, la periferia de Río de Janeiro sigue siendo disputada por grupos armados, religiosos y políticos en un ambiente cada vez más hostil y violento.

Desde el final de la dictadura, en 1985, Brasil ha intentado implementar sin éxito nueve planes para mejorar la seguridad en las grandes urbes.

El presidente del país, el progresista Luiz Inácio Lula da Silva, está preparando el décimo proyecto en colaboración con el Ministerio de Justicia. Una de las propuestas es ampliar el rayo de actuación de la Policía Federal en todo el territorio contra las facciones y las milicias.

El Gobierno Federal se dispone así a intentar resolver un entuerto estructural, que se traduce en la ausencia del Estado en las periferias de las principales ciudades del gigante latinoamericano.

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