El nombramiento de los empresarios Elon Musk y Vivek Ramaswamy para el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental, que pretende revisar el gasto que ejerce el propio Estado, arroja la posibilidad de conflictos de intereses para el nuevo gobierno estadounidense. A ello, se suman nombramientos controvertidos en áreas donde los nuevos responsables tienen poca o nula experiencia.
Uno a uno van surgiendo los nombres del nuevo gabinete de Donald Trump para los siguientes cuatro años.
Pero algunos de sus nombramientos levantan temores por conflicto de intereses o por la escasa experiencia de los designados en algunos cargos.
Entre las recientes designaciones se encuentran las de Elon Musk y Vivek Ramaswamy, quienes liderarán el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental, un área que se encargará de impulsar «reformas estructurales a gran escala» que podrían suponer fuertes repercusiones en la Administración federal, según lo anunciado por Trump.
La nueva oficina del Despacho Oval también tendrá competencias en gobernanza y normativa, lo cual hace saltar todas las alarmas sobre la ética y el conflicto de intereses.
La prensa local subraya que el funcionamiento y eficiencia del futuro departamento que encabezará el hombre más rico del mundo y CEO de Tesla está pro verse.
“Estos dos maravillosos estadounidenses allanarán el camino para que mi Administración desmantele la burocracia gubernamental, reduzca el exceso de regulaciones, corte los gastos innecesarios y reestructuren las agencias federales», resaltó Trump.
Musk, magnate que mantiene empresas como Tesla, la red social X o SpaceX, tendrá el gobierno a su favor, ya que formará parte de él en un puesto muy apropiado para sus intereses personales.
Los dos hombres “lideran empresas con contratos gubernamentales existentes y lucrativos”, subraya la cadena local ‘CNN’.
El magnate sudafricano donó a la campaña de Trump la significativa cifra de 118 millones de dólares y participó en algunos de sus mítines como principal estrella.
Ahora que Trump ha sido elegido presidente, Musk ve sus donaciones correspondidas con un puesto hecho a su medida: su nombramiento ha suscitado preocupación en vista de que sus negocios en el sector automotriz y la industria espacial mantienen contratos con el Gobierno.
Entretanto, Ramaswamy, empresario y exaspirante a la nominación republicana, es un magnate de la industria farmacéutica con una fortuna que supera los 1.000 millones de dólares. Su perfil, también empresarial, genera suspicacias para ocupar el puesto que se le ha encomendado.
Musk y Ramaswamy han abogado por aplicar recortes de gastos en la Administración federal, lo que podría implicar la reducción de personal. De hecho, las declaraciones del CEO de Tesla cuando supo su nombramiento fueron claras y directas.
“¿Amenaza a la democracia? No. Amenaza a la burocracia», resaltó Musk en su red social, X.
Musk prometió que su nueva labor en el gobierno puede ser seguida públicamente por los ciudadanos. «Cada vez que el público crea que estamos reduciendo algo importante o no estamos cortando lo que es un desperdicio, ¡háganoslo saber!».
Sin embargo, Musk ha criticado fuertemente la revisión del Gobierno de su negocio de cohetes SpaceX y su rol dentro de la futura Administración podría significar una menor supervisión de los autos autónomos, negocio de Tesla, su compañía, destacan algunos expertos.
Y tendrán, a la vista de las declaraciones, plenas libertades. Según Trump, Musk y Ramaswamy recibirán la autoridad para realizar cambios radicales en el gasto público.
El beneficio podría abarcar los ámbitos económicos y legales. Existe una serie de demandas pendientes e investigaciones gubernamentales contra Musk y sus empresas, lo que significa que probablemente disfrutaría del clima regulatorio más relajado propuesto por el dirigente republicano, como resaltó la revista ‘Forbes’.
La poca o nula experiencia en cargos clave de seguridad y defensa
Varios de los nombramientos que se han producido hasta el momento han dado que hablar por la falta de competencias de la persona elegida para desarrollar el puesto.
El último en saltar a la palestra ha sido el de Pete Hegseth, presentador de la cadena Fox, televisión afín a Donald Trump. Por lo tanto, Hegseth passará de los platós a un despacho. Concretamente, al de la Secretaría de Defensa.
La elección para el puesto de defensa sorprende al Pentágono y plantea interrogantes sobre la experiencia del presentador de la cadena de televisión afín al mandatario electo.
Su valía en el puesto, ante los ojos de Trump, pasa por las armas: antes de dar comienzo a su carrera como presentador de Fox and Friends, Hegseth formó parte de la Guardia Nacional del Ejército estadounidense y fue condecorado por sus acciones en Irak y Afganistán.
El veterano de guerra, por lo tanto, vuelve al campo de batalla, pero lo hará desde dirigiendo los despachos del Pentágono, donde tendrá a 1,3 millones de soldados a sus órdenes.
«Pete ha pasado toda su vida como un guerrero de las tropas y del país. Pete es duro, inteligente y un verdadero creyente en EE. UU. Primero», manifestó Trump en un comunicado.
Pero la hoja de vida de Hegseth, que supo empuñar un arma en el pasado o hablar bajo los focos ante amplios públicos, no menciona nada sobre liderazgo de una organización tan relevante en Estados Unidos como la secretaría de Defensa.
Otro nombramiento que despierta cuestionamientos por su falta de experiencia para el cargo es el de la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, a quien Trump designó como secretaria de Seguridad Nacional.
A la política republicana se le conoce por su retórica y posturas de línea dura contra la inmigración, pero carece de experiencia en antiterrorismo, ciberseguridad o aduanas y fronteras, asuntos que destacan entre las agencias de las que deberá hacerse cargo.
No obstante, hay quienes destacan que su perfil leal a los intereses del magnate, la hace favorable para la próxima Administración de Trump.
De hecho, Noem, como ferviente defensora de las intenciones de Trump en materia migratoria, ha acaparado titulares en la prensa local tras describir la frontera entre EE. UU. y México como una “zona de guerra”.
EFE, AP, Reuters